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jueves, 31 de julio de 2014

Miércoles 30.07.14 Maro, 1:24 Una fina, escasa e inconstante lluvia me despierta y pone de manifiesto mi nula preparación para este evento, recojo todo con la natural prisa, procurando proteger lo mas delicado de mojarse para comprobar el escaso material estanco que porto ahora. He pasado de seis bultos impermeables a tan solo uno y este anda ocupado con la tienda en este momento ya que por su forma estrecha y alargada no resulta practico para otro fin. La mochila donde viaja el ordenador me la cuelgo y encima me pongo la chaqueta, es lo más importante de proteger.

Al buscar un sitio donde pernoctar lo hago con la idea de dejarlo siempre pronto por la mañana, temprano y no son adecuados para montar tienda, de hecho no he visto en este mes alguno que lo fuera, tal vez en otra estación seria mas simple ya que en este momento las playas están descartadas por la 33.5 de la ley de Costas- Supongo que en otras épocas será mas laxa su aplicación.

Alcanzo las casas del pueblo, estas no ofrecen ninguna protección, arquitectura del sur, sin voladizos y la línea que marca el agua en las aceras llega hasta la misma fachada, escasos y estrechos balcones que el viento al empujar la lluvia los convierte en inútiles para el fin que preciso.

Por lo pronto paso unas horas bajo un plátano en la plaza, el suelo circundante a este y el banco próximo están trufados de cagadas de pájaro. A todo esto una de las alforjas termina de darme una alegría, ambas ya que van unidas y no permiten usar una sin llevar la otra.. Recuerdo que las que me robaron disponían de una placa de plástico de no menos de medio centímetro de grosor, esta placa descansaba en vertical entre las varillas que sujetan el transportín al eje de la rueda. ¿que sucede cuando esta placa no existe?, pues que la bolsa, la alforja se deforma y se cuela por los lados de las varillas y en el caso concreto de la bolsa derecha hace que se apoye en los piñones, trabando el avance de la bici. Me entretengo haciendo una especie de tope tensando el cable eléctrico que encontré hace un par de días, funciona pero dejará de hacerlo y cuando suceda romperá la bolsa, la cadena o mi cabeza, puede que todo a la vez.

Junto a un muro que da a poniente, la lluvia cae de levante, veo una franja de suelo seco, me tiro en el y dormir media hora, el viento calma y la lluvia ahora me cae a plomo, nuevo cambio. Un hostal en la plaza sigue abierto, no al público, un camarero con dos amigos están de farra dentro, me refugio bajo su toldo y me logro dormir sentado o eso creo por que tengo la sensación que el camarero que sale al momento cerrando el bar me ha despertado. Está completamente beodo e iniciamos un dialogo surrealista que nos lleva a unos próximos arboles de teca que se empeña en mostrarme. Sobre las 5:20 se marcha al fin, estiro la colchoneta bajo el toldo y ahora si logro dormir poco más de una hora seguida.

Me despierto con el tránsito de vehículos y transeúntes, hasta las 8 me aseguran no hay donde desayunar y espero. Es en la cafetería del único hotel, el primer sitio en abrir. Al entrar siento la mirada hostil del camarero que actúa con la limpiadora como un pequeño sátrapa en sus dominios, le pido café con leche y media tostada, me dice que medias tostadas no hace, la pido entera y me la como, al pagar no dispongo de monedas suficientes ni billetes mas pequeños que uno de 50 € con el que le pago, no tiene cambio y me dice si dispongo de algo más pequeño, de mala leche como ando después de varias noches de mal dormir le respondo que los medios billetes de 50 € los uso para pagar medias tostadas.

Una turista de habla francófona desde una próxima mesa ha estado presente desde que entre a desayunar y en ese momento estalla en una carcajada sin disimulo. Anoche poco antes de las 22:00 la vi por el parking del pueblo, cerca de donde pretendía dormir, en cuclillas alrededor de un coche, buscando o mirando algo bajo este, me acerque con la intención de prestarle ayuda al estar ya oscuro y armado como fui con la linterna que Paco monto en la bici y que por cierto y todo sea  dicho da una magnifica luz. En ingles medio nos entendimos y me indicó que bajo su coche tiene un gato, pequeño y herido, lo pude ver temblando, ella no quería mover el coche por miedo a dañarlo más, un todo terreno oscuro de esos coreanos y con un remolque de carga detrás. Al ver que el gatito no se movía ni llamándolo ni intentando ahuyentarlo lo dejamos allí y se marchó, esta mañana antes de salir para Nerja el coche ya no estaba.

En Nerja consigo un plano de la costa malagueña y tras informarme de su ubicación me dirijo a las dos tiendas de bici de la localidad buscando ofertas de alforjas con escaso éxito. En una solo pregunto por estas, me dicen que no tienen y me marcho, en la otra permanezco más tiempo, hablando con dos señoras que la atienden, el taller está en manos del padre de al menos una de ellas si bien ahora esta hospitalizado. El modelo que tienen de alforja es prácticamente un calco del que monto ahora mismo y al interesarme por algún componente de segunda mano para ir poco a poco mejorando la bici, se lamenta la hija del dueño que su padre no este ya que con seguridad le consta que tiene y me los pondría encantado, me remite a otra tienda en Torre del Mar.

La clave wifi de la biblioteca no me permite acceder, ya se sucede con frecuencia, no se por que, de ahí voy a una panadería y de esta tras comer algo salgo en dirección a Torrox con la idea de buscar una sombra, la primera que me permita tirarme al suelo y si puedo dar una cabezada para reponerme de las últimas noches donde no descanse lo suficiente, cosa que noto mucho al intentar pedalear. Unas palmeras washingtonia en rotonda de mullido césped cubren con creces mis expectativas y si bien la siesta es de poco mas de quince minutos noto su efecto reparador.

Oh sorpresa, antes de llegar al Peñoncillo, a un borde de la carretera me encuentro a mi “francesita”, brazo izquierdo flexionado y antebrazo en movimiento de derecha a izquierda me saluda con una hermosa sonrisa. Saludo que repito en mi mente durante kilómetros, en cada uno de sus detalles y que puedo podré recordar cada vez que quiera, Si parece exagerado la impresión que un saludo puede dejar, no dejes de leer “La Inmortalidad” donde Milan Kundera  dedica no recuerdo ahora los centenares de páginas en analizar y diseccionar un gesto de despedida.

No se si poner en este post o dejar para más adelante el indicar, que menos en el parking  la noche de ayer, la francesita va acompañada de su francesito. Esto le resta mucho a la historia. Ademas ando ojo avizor a estos encuentros fortuitos, igual me sigue por el interés, mi fortuna o mis títulos nobiliarios, a saber.

Cruzo las poblaciones que se suceden como cuentas de un rosario por la costa, una tras otra sin apenas solución de continuidad hasta llegar a Mezquitilla, donde se une con Algarrobo, allí entre en el muro de un colegio y frente a un invernadero paso la noche.

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